El pensamiento de Kant es considerado uno de los más influyentes de la historia de la filosofía. Immanuel Kant, filósofo alemán nacido en el siglo XVIII, desarrolló una teoría conocida como el idealismo trascendental.

Kant sostenía que nuestro conocimiento no se limita a la experiencia empírica, sino que también implica estructuras mentales universales y necesarias que él denominó categorías. Estas categorías son conceptos básicos que nos permiten organizar y comprender la información sensorial que recibimos del mundo externo.

Para Kant, el pensamiento se basa en la capacidad humana de razonar, y este razonamiento se fundamenta en reglas universales y necesarias que determinan cómo interpretamos y comprendemos la realidad. Estas reglas son las formas a priori del conocimiento.

Según el pensamiento de Kant, hay una distinción entre el fenómeno y el noúmeno. El fenómeno es la apariencia del objeto que percibimos a través de nuestros sentidos, mientras que el noúmeno es la realidad en sí misma, que está más allá de nuestra capacidad de conocer directamente.

Kant argumentaba que podemos conocer el fenómeno, pero no el noúmeno. Nuestro conocimiento está limitado a la experiencia sensible, a lo que podemos percibir a través de nuestros sentidos, y no podemos acceder a la realidad en sí misma.

Otro aspecto fundamental del pensamiento de Kant es su ética. Para él, la moralidad no depende de las consecuencias de nuestras acciones, sino de la intención moral detrás de ellas. La ética kantiana se basa en el imperativo categórico, que establece que debemos actuar de acuerdo con principios universalmente válidos.

En resumen, el pensamiento de Kant se centra en la razón como fuente de conocimiento y en la importancia de las estructuras mentales universales para interpretar la realidad. Además, destaca la distinción entre el fenómeno y el noúmeno, y establece que la moralidad se basa en la intención y en principios universalmente válidos.